¿Qué piensan l#s periodistas sobre la comunicación con perspectiva de género y el lenguaje sexista?

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El sexismo lingüístico tiene que ver con oprimir y despreciar a las mujeres, y su superación es signo de comenzar a comunicar con igualdad, así lo considera Eduardo Videla, quien tiene 58 años y es editor de la sección Sociedad de Página 12, unas de las primeras redacciones que llamé y donde se mostraron muy bien predispuestos a colaborar con la temática.

“El lenguaje sexista es aquel que incorpora los prejuicios y estereotipos que promueven una desigualdad o jerarquización de los sexos (fuerte-débil) y asigna determinados roles a cada uno”, aportó Eduardo.

Por su lado, Facundo Pedrini, de 24 y coordinador de aire de Crónica TV, lo relacionó con el poder: “El lenguaje siempre estuvo ligado a las cocinas burocráticas y ejercidos por personas con espacios de decisión. El plato siempre llega frío y podrido a los pseudo beneficiarios”; aunque luego precisó que “entender al sexismo como un sinónimo de ataque femenino, ya es ser sexista.”

Esto último, pone en evidencia que muchos colegas todavía no detectaron el androcentrismo en las palabras, lo cual significa ver todo desde una visión masculina, machista y patriarcal. La importancia de este análisis es que si transformamos el lenguaje cambiaremos la realidad, porque como decía Heidegger “no somos nosotros quienes hablamos a través del lenguaje sino el lenguaje el que habla a través de nosotros.”

Por su lado, la comunicación con perspectiva de género supera lo que se considera “hegémonico”, que es en realidad el estereotipo de la desigualdad. Con respecto a esta cuestión, Sabrina Díaz Rato, de 33 años, quien es periodista y directora de Puntogov, dio su opinión: “Para mí es aquella que, al tratar hechos relacionados a la temática, complejiza el análisis poniendo en evidencia las relaciones de poder ocultas detrás de una cuestión de “género””.

En relación a lo que dijo mi colega Sofía podemos decir que se debe tener perspectiva de género en todo momento para cubrir cualquier hecho, no sólo en relación a las problemáticas específicamente de las mujeres o de las minorías sexuales, sino también en una crisis económica en la cual no nos tenemos que olvidar de cómo le afecta la pobreza a las mujeres, quienes muchas veces son jefas de hogar y perciben una remuneración notablemente menor en relación a la de los hombres o a las personas trans, quienes suelen ser expulsadas de sus hogares y discriminadas por la sociedad, y recurren a la prostitución como única posibilidad laboral.

Por este mismo motivo, concluyo con la reflexión del editor de Página 12: “La comunicación con perspectiva de género justamente apunta a romper ese estereotipo (del lenguaje sexista), promoviendo la igualdad en muchas aspectos como el laboral, los roles dentro de la familia, la crianza de las hijos e hijos, etc.”.

“Cualquier demócrata, hombre o mujer, debiera ser feminista, en cuanto que individuo
comprometido con el objetivo de que el sexo no sea un obstáculo para el acceso a los bienes y el
disfrute de los derechos.
Desde el convencimiento de que el feminismo no es lo contrario al machismo y de que la lucha de
aquel no es contra los hombres sino contra el orden social y cultural que representa el
patriarcado.”
(Octavio Salazar)

Entrevista radial a Sonia Santoro

Próximos al “Día de la Mdre” hoy en “Nosotras, Latinoamericanas” por Radio Arinfo entrevistamos a la periodista y escritora especialista en temas de género Sonia Santoro.

Te invito a escucharla a través de este link: http://soundcloud.com/nosotras-latinoamericanas/entrevista-radial-a-sonia

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Cambiar algo, aunque sea algo

igualdad de genero

Son las diez de la noche, los chicos ya comieron y están mirando la tele, cabecean pero se resisten a ir a la cama. Marcos está en la misma situación y además tiene un gran cansancio corporal, luego de haber trabajado durante nueve horas en la oficina fue a jugar al fútbol con sus viejos amigos del barrio. Florencia, su mujer, también tuvo una jornada agotadora. Si bien gana un cuarenta por ciento menos que él, dedica nueve horas diarias y un poco más a su trabajo. En este preciso momento, luego de haber cocinado, ayudado a sus hijos a hacer la tarea y prepararles la vianda para el día siguiente, está lavando los platos mientras calienta la plancha para dejar listos los uniformes del colegio, su ropa y la de su marido. Media hora después todos están durmiendo, menos Florencia, que sigue trabajando.

La igualdad de género empieza en la vida cotidiana, en el día a día del hogar. Los medios de comunicación juegan un rol fundamental para que entendamos que la sociedad requiere ser vista con lentes nuevos, que reviertan los estereotipos machistas tradicionales, donde la mujer siempre se ha visto relegada y exenta de beneficios. Qué te parece si empezamos a cambiar algo, aunque sea algo…

Es necesario que los diarios, en lugar de hacer referencia a la mujer por su físico, la mencionen por lo que hizo y por lo que es. “Máxima Zorreguieta bajó de peso para ser reina de Holanda”, preguntémonos si la noticia fuera sobre Guillermo, su marido, ¿se haría la misma acotación, o somos nosotras la que siempre tenemos que estar esbeltas para ellos?

Asimismo, cuando la tapa de un periódico habla sobre la crisis económica, ¿nos acordamos de que hay mujeres como Florencia que cuentan con un sueldo menor y trabajan horas extra sin percibir una diferencia dineral, como en el caso del trabajo doméstico no rentado? O en la sección de internacionales, donde las crónicas de guerra en medio oriente son protagonistas, ¿se hace hincapié en que el sexo femenino es más vulnerable a sufrir violaciones del ejército?

Empecemos a leer con ojo crítico las notas sobre agresión física y psicológica, juzguemos cómo se refieren a las muertes de miles de mujeres por abortos clandestinos o a los acosos laborales, así nos convertiremos en lectores con transversalidad de género, y sería cambiar algo, aunque sea algo…

“Te cuento esto porque sé que no me vas a juzgar”

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Es así como comienzan muchos de  los testimonios de personas abusadas que se acercan a este grupo de jóvenes que da apoyo a las víctimas, y que organizó el 5 de octubre “La marcha de las putas”, el festival para “Desnudar la cultura de la violación” y la campaña “De esto sí se habla”

En la plaza LIBERTAD, frente al monumento del unitario Alsina, que estaba rodeado de imágenes con frases de víctimas, Déborah Balero, quien fue sufrió de abusos y  forma parte de la organización, se paró en el medio del parque con un micrófono para hablarnos a todos: “Si por usar minifalda, tacos, o decir con quien quiero tener sexo y con quien no, es ser puta, bueno sí, somos todas putas, y estamos acompañados por muchos putos, que no necesariamente son homosexuales, sino varones que por correrse de la norma de los que debe ser un macho se los denominó puto.”

Una feminista que mientras estaba en el pasto con una cámara grabando el evento y una revista de MUU en sus manos, interrumpió el discurso reprochando que no se había mencionado a la cultura machista. Cuando la entrevistamos planteó que el cambio empieza en la cabeza de cada uno al salir de los moldes horribles que nos imponen un modelo patriarcal y heterocentrista. “Vengo a apoyar a est@s pibes que con veinte y pico de años se ponen al hombro una causa que es urgente para revertir el horror que impera en el sistema”, nos comentó con un tono militante.

Mientras se arremanga la camisa por el calorcito del fin de semana, Leonardo Hernández, abogado y también parte de la agrupación como Déborah, consideró que se debe tener en cuenta que en la mayoría de los casos los violadores no son tipos con cara de malo que atacan a una chica en una callejón, sino que por los testimonios que reciben son padres, padrastros, hermanos, amigos o primeras citas.  Él nos explica que ellos dan apoyo a las víctimas desde la sensibilidad de un ser humano, sin pertenecer a un grupo de profesionales, además, que se autofinancian y no tienen lazos con ningún otro tipo de organización.

La visualización de los que ellos llaman “la cultura de la violación” se inspiró en la primera “Slutwalk” o “Marcha de las putas” del 3 de abril de 2011 en Toronto, luego de que el 24 de enero de ese año, un policía canadiense, llamado Michael Sanguinetti, dio una charla en la Facultad de Derecho de la Osgoode Hall sobre cómo evitar la violencia sexual. “Las mujeres deberían dejar de vestirse como putas para evitar violaciones”, disparó e indignó a Sonya Barnett y Heather Jarvis, quienes fueron las fundadoras de la protesta.

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Fotografías de la militante Francette Castaing

La talla occidental vista por una mujer árabe

Por Órbita Diversa

Tánger a la vista, toca hacer la maleta. Acción a la que sigue la pregunta: ¿qué llevas para vestir allí en Marruecos? Respuesta: mi ropa. Con que sea de mi talla, tanto a mi cuerpo como a las y los marroquís, creo que les parecerá  una vestimenta extranjera correcta.

Este pequeño dialogo pre-viaje me lleva a recordar con una sonrisa la experiencia vestimentaria de la genial Fatema Mernissi, como mujer feminista árabe, en Occidente y no me resisto a compartirlo. ¡Ahí va dicha experiencia y su reflexiva visión de nuestra talla 38!

El harén de las mujeres occidentales es la talla 38

“Mientras intentaba encontrar, sin éxito, una falda de algodón en unos grandes almacenes en Estados Unidos, oí por primera vez que mis caderas no iban a caber en la talla 38. A continuación viví la desagradable experiencia de comprobar cómo el estereotipo de belleza vigente en el mundo occidental puede herir psicológicamente y humillar a una mujer. Tanto, incluso, como la actitud de la policía pagada por el Estado para imponer el uso del velo, en países con regímenes extremistas como Irán, Afganistán o Arabia Saudí.

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 http://orbitadiversa.wordpress.com/2013/10/02/la-talla-38-vista-por-una-mujer-arabe/